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Música congelada #1: Abbey Road


El contexto urbano ha estado siempre ligado a la música. Desde ser inspiración de canciones a ser utilizada como plataforma para su interpretación, la ciudad se ha ido transformando en objeto icónico de ésta, en su testimonio físico, visual. La tesis que se puede plantear es si la ciudad se proyecta como un escenario estético en función de la música. Si finalmente “la arquitectura es música congelada”, parafraseando al filósofo alemán Arthur Schopenhauer.

Para ver esta histórica relación entre arquitectura y música, específicamente en el rock, revisaremos en una serie de artículos, las caratulas de cinco álbumes fundamentales en la historia del rockanrol de los años setenta que fueron, precisamente, inmortalizados desde sus portadas con algún tipo de guiño urbano. Los clásicos: “Abbey Road” de The Beatles (1969); “Morrison Hotel” de The Doors (1970); “Ziggy Stardust” de David Bowie (1972); “Physical Graffiti” de Led Zeppelin y “Animals” de Pink Floyd (1977).

ABBEY ROAD STUDIOS Y EL MÍTICO PASO DE CEBRA


Saint John’s Wood es un suburbio localizado al noroeste de Londres, Inglaterra. Su proceso de formación urbana data del siglo XIX, caracterizándose por el desarrollo de construcción de baja densidad que se implementó en la zona y que llevó a su conformación de barrio residencial, con villas de estilo italiano y viviendas principalmente victorianas y góticas, rodeadas de amplios jardines y avenidas bordeadas de árboles. Esta planificación fue  vanguardista si se tiene en cuenta que en la normativa londinense de la época prevalecía la construcción de townhouse. Esto conllevaría a que mucha gente ligada a la cultura y las artes viviera en este incipiente barrio que presentaba una atmósfera de pueblo, evocando a lo rural, y a la vez, estaba muy cerca de la ciudad. En este contexto urbano, se edifica en 1830 el inmueble que hoy conocemos por
Abbey Road Studios.

Construido originalmente como un pêtit-hotel de estilo neoclásico georgiano (común por esos años), el edificio no tardó en convertirse en un lugar ávido para hacer música, registrándose entre sus paredes piezas de música clásica interpretadas por la London Symphony Orchestra. Ya para 1930, la propiedad pasa a manos de la compañía discográfica multinacional EMI Music para ser utilizada como estudio de grabación. El primero en ocupar ese lugar como epicentro del rockanrol inglés fue Cliff Richard, donde graba en 1958 el single “Move It”. Pero no será hasta once años después que la historia de ese lugar cambiará.

1969. Once y media de la mañana del ocho de agosto. Un guardia local corta por diez minutos la transitada calle Abbey Road, cerca de la intersección con Grove End Road. El motivo: la banda más influyente e incombustible de la historia - fenómeno popular de la cultura inglesa - haría una sesión fotográfica en dicho cruce para la elaboración de la portada de su próximo disco, en definitiva, el último.

Aún faltaban nueve días para que el trabajo de John, George, Paul y Ringo concluyera en los Estudios EMI. El proyecto “Everest” haría que de nuevo tuvieran el mundo a sus pies. Y lo hicieron, pero ni ese nombre ni la idea de una portada donde aparecerían fotografiados en la cima del Himalaya los convencieron para etiquetar y retratar esta nueva apuesta. Fue entonces cuando los músicos decidieron ser perpetuados por la cámara del fotógrafo escocés Iain Macmillan a las afueras del estudio, en el barrio, y con la misma ropa que llevaban puesta.


Seis fotografías fueron las que capturó el lente de Macmillan. La quinta fue la seleccionada para representar gráficamente el espíritu de uno de los mejores discos en la historia del rock. Según el director creativo de Apple Records, John Kosh, esa imagen fue la que ilustraba la armonía perfecta para ser la portada del nuevo disco, al que simplemente se le llamó “Abbey Road”, haciendo una especie de homenaje a aquella transitada calle que, desde los sesenta hasta hoy, ha sido testigo de la historia de la música popular.

Una de las leyenda urbanas cuenta que el grupo representó un cortejo fúnebre, donde los músicos caminarían separados, cruzando la calle hacia otro destino, como una epifanía de la historia que luego se escribiría. John Lennon viste completamente de blanco asumiendo el rol del sacerdote; Ringo Starr, con traje negro, sería el de los servicios funerarios; George Harrison con ropa más informal, es el enterrador; y Paul McCartney, el difunto (tiene los ojos cerrados, camina con el paso cambiado, viste un traje y está descalzo, como suele ser habitual en los cadáveres preparados para ser velados), alimentando así el mito de su muerte. Pero en realidad, todo fue producto del azar: la fotografía, el nombre del disco, el orden en que se cruzó la calle, la vestimenta, la composición, la simetría, la luz.

La calle que cruza el barrio St. John’s Wood – hoy por hoy uno de los más costosos del mundo – es hito turístico y lugar de peregrinación de cualquier melómano. Las paredes exteriores del edificio en el #3 de Abbey Road se han transformado en un gran libro abierto donde los fanáticos dejan por escrito el testimonio de su presencia. Aquel paso de cebra, el ícono pop urbano por excelencia, atrae cada año alrededor de ciento cincuenta mil turistas, que no dudan ni un segundo en emular el rito fotográfico de los Fab4. Fue así como los estudios EMI (donde los Beatles grabaron el 90% de su catálogo) y su entorno cercano, fueron inmortalizados.


A pesar de toda esta historia de fama, el 16 de febrero del 2010, el diario Financial Times anunciaba la venta de los famosos Abbey Road Studios, nombre que adoptó desde 1970. El precio: cerca de US$19.000.000 (más de cien veces de lo que pagó EMI en 1929), dinero que serviría para cubrir parte de la deuda asumida por el fondo de capital riesgo Terra Firma (actuales dueños del sello), que la adquirió en 2007.

Sin embargo, la controversia que causó la noticia provocó que el gobierno británico protegiera a los estudios declarándolos Patrimonio Histórico, una semana después de conocer la intención de venta, asegurando así que este santuario de la música no esté a merced del mejor postor y que su estructura no sea modificada por un arrebato estético. Ya en diciembre del mismo año, el gobierno dio otra señal de protección al lugar, esta vez declarando al espacio del paso de cebra Monumento Nacional.

En palabras de Margarte Hodge, ex-Ministra de Cultura y Turismo: “los estudios Abbey Road tienen una enorme importancia cultural (...) acá surgió parte de la mejor música del mundo”. Claro, aparte del inconsciente legado como capital turístico que dejó The Beatles, ahí se vivieron maratónicas jornadas de composición musical por parte de grandes músicos ingleses de las últimas décadas, desde Jeff Beck a Blur, de Pink Floyd a Radiohead.

En una forma de defensar su imagen, EMI emitió un comunicado aclarando que su intención es mantener el estudio en virtud de su propiedad, que no están en venta y en realidad estaría buscando inversores para ayudar con una revitalización del proyecto y sigan siendo estudios de grabación y no se conviertan en museo.

Interesante paradoja ocurre a un año de estos hechos. Los Abbey Road Studios anunciaban que abrirán sus puertas al público por primera vez en su historia con la excusa de la celebración de su aniversario número ochenta. Inicialmente sólo sería un día, el diez de marzo, en dos sesiones en las que se podrá estar en el mítico Studio #2, el lugar exacto que se ha utilizado para grabar varios de los discos más influyentes del género. La demanda fue tanta (cómo no) que estas visitas ya se ampliaron a cuatro días más. Y como de beneficencia no se pagan las deudas, la entrada para visitar este mítico lugar bordea los US$115. Se suma  a este recorrido la exhibición de un documental que proyectará fotografías y videos inéditos de las grabaciones de las bandas que desbordaron su talento bajo el alero de esas paredes, como los ya citados The Beatles, y también Pink Floyd, The Hollies o The Shadows.

La calle más famosa del orbe (la cual podemos monitorear las veinticuatro horas del día desde esta cámara) y el edificio que fue el alma matter de los rockeros más prodigiosos de su tiempo, tienen así su destino consolidado. Estos lugares, aunque no suenen en nuestro reproductor de música, forman parte de la banda sonora de varias generaciones, y ese cotidiano y simple acto de cruzar un paso de cebra, que significó el final de la banda oriunda de Liverpool, es el ejercicio urbano más imitado, no sólo en el cruce de la calle londinense, sino también, en cualquier punto donde encontremos la oportunidad de sentirnos por un pequeño instante, un beatle más.

Anexos:

"Abbey Road", remasterizado 320kbps
Abbey Road a la chilena (Video 3TV)
Abbey Road a la chilena 2
Recrear la foto del Abbey Road podría violar leyes de copyright en UK
Portada de la Rolling Stone, cuando Abbey Road fue cruzada por The Simpsons

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Ruben Patagonia: pese a todo estamos vivos


A Divididos, sus fanáticos en Argentina le dicen "la aplanadora del rocanrol" no de manera casual, sino, porque quienes presencian y quienes hemos presenciado alguno de sus recitales en vivo -también acá en Chile- sabemos que la primera media hora de show te arrollan, te pasan por encima y te dejan literalmente con la lengua afuera. Esto, dado que tocan gran parte de sus canciones más potentes una tras otra, sin descanso, hasta que se apiadan de tus fuerzas y bajan un poco las revoluciones. Es lo que se dice: una experiencia en vivo que sólo puedes conocer estando allí; no es posible conocerlo aunque te lo cuenten ni mucho menos viéndolo en video. Hasta ahora.

Los oriundos de Hurlingham estuvieron por largo tiempo reacios a editar material audiovisual oficial de sus presentaciones en vivo (tampoco son muy dados a realizar videoclips), sin embargo, el año recién pasado se decidieron a grabar el show ofrecido en el mítico Luna Park el 2 y 3 de junio de 2010, y lanzarlo como DVD a mediados de noviembre de 2011.

"Audio Y Agua" es una de las frases de 'Mantecoso', canción de su último disco Amapola del '66, el que presentan de manera integra en el devedé, mezclándolo con sus antiguas canciones y con alguno que otro cover, en una presentación que se carga de manera intencional a lo que repasamos anteriormente en otro artículo: aquella magistral manera de rescatar las raíces de la música latinoamericana de la mano de los acordes zeppelianos, como en el 'El Arriero', su cover de Atahualpa Yupanqui.

Es allí, en el show que muestra este registro, donde, en la medianía del setlist, se produce un punto de inflexión, un antes y un después quizás en la carrera de la banda, y nos transportan a un lugar que pocos conocemos, a un lugar que este "correr" cotidiano nunca nos va a llevar. Es cuando Rubén Patagonia sube al escenario.
Rubén Patagonia, cuyo verdadero nombre es Rubén Chauque, es un músico folclórico argentino de origen tehuelche y un defensor de las causas de los pueblos originarios argentinos. Nació en Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut. Eligió hacerse conocer artísticamente por el nombre de su región como una manera de reafirmar su identidad y de contribuir a la difusión de esa cultura usualmente relegada a nivel nacional. También por eso su repertorio se nutre de estilos originarios tehuelches como el kaani y mapuches lonkomeo.

'Indio Deja El Mezcal' es la base sobre la cual Rubén despliega todo su poder escénico. Invoca a su ascendencia indígena y nos entrega una presentación rebosante de potencia y energía interior. La suma de las rogativas milenarias, la herencia de sus antepasados mezclado con la potencia fina y precisa de Divididos, que aportan con sus propios ancestros -esos de nombre Hendrix, Page, Iommi, Bonham, Jones-, todos juntos en aquel escenario revestido con la multicromática whipala, emblema de la unión de pueblos originarios de los Andes, simbolizando la base sobre la cual el power trío muestra su música. 

Divididos, al incluirlo en su ritual musical, nos invita a conocer su propio legado, para así entender también su propio mensaje, que, como lo dejaron claro en Amapola del '66, es sólo consecuencia de quienes estaban antes, de sus atávicos musicales que recorrieron un largo camino para mantener con vida aquella llama.

El resultado es realmente magistral: la fuerza de las palabras de Rubén, el contenido de sus dichos y sus desgarradores gritos que inundan la atmósfera de dramatismo mientras son acompañados por la creciente cadencia en la batería de Catriel. Es difícil no conmoverse o quedar perplejo ante tanta potencia derramada, tal desplante y tanta fuerza en el mensaje que nos entrega este folklorista patagón. Un mensaje, un reclamo, una plegaria que nos golpea el espíritu, aún sin saber qué quieren decir las palabras cantadas. Para eso, hay que descubrirlas, adentrarse en su origen, en su dialecto y en su significado.

Gran parte de las palabras de Rubén provienen de su discografía personal, de la canción 'Talenke-Yten' de su disco Cutral Co y que es originalmente escrita y compuesta por otro gran cantante folklórico de la Patagonia: Hugo Giménez Agüero.

Quizás suene facilista la analogía, pero el espíritu que mueve a Divididos de rescatar estas raíces y llevarlas a un contexto más joven y poco conocedor de sus orígenes, es el mismo que motiva a Rubén Patagonia y sus canciones, el mismo que los impulsa a no olvidarse de sus abuelos y los anteriores a ellos. De mantener su cultura viva "pese a todo"; de recordarle a sus jóvenes lo vital que es continuar el legado de sus antepasados. 

Desde un lado, Divididos fomenta el respeto por nuestros orígenes, lleva su mensaje a un lenguaje más aceptado por la juventud como es el rock y, a partir de ese mensaje. va inculcando un sentimiento de pertenencia latinoamericano, en el que no existen odiosas divisiones de fronteras o de estilos musicales. Desde el otro lado, Rubén lleva a la música las historias y, también, el presente de su pueblo e invita a las nuevas generaciones a sentirse parte de una cultura milenaria y no dejarse llevar por la avasalladora cultura occidental. Y en el medio de todo esto, ellos se unen; en el medio se encuentran para darle un sentido a todo lo expuesto. Se alimentan mutuamente el uno del otro, la sinergia que se produce entre estos dos gigantes culturales no pueden tener otro resultado que éste:


"Seguramente el viento de mi tierra me trajo hasta aquí,
el viento de mi tierra.
Hay voces que me han ayudado a llegar hasta aquí.
Nuestros antepasados están con nosotros,
y ellos están acá"
Así parte Rubén Patagonia saludando al público del Luna Park, refiriéndose al viento, aquel poderoso viento que en tierras patagónicas sus antepasados llamaban kósten. Aquella inevitable fuerza natural que acompaña cada uno de nuestros días y que puede ser nuestro aliado o nuestro enemigo, según sea el designio de los dioses al encontrarnos en algún lugar determinado, creencia común entre los pueblos originarios latinoamericanos.
"Como un sol, como un amigo, como un hermano
Así es mi tierra
Pese a todo estamos vivos, en esta nuestra tierra
Ñukemapu Pachamama"
Luego de una rogativa, recuerda a su tierra, nuestra tierra, y nos muestra su mensaje claro y directo. Pese a todo, su pueblo, su historia y su legado siguen vivos. Y luego, con el acompañamiento soberbio de la banda, comienza con una letra adaptada de 'Talenke Yten', la cual dejamos a continuación, con algunas anotaciones y traducciones respecto al lenguaje tehuelche para una mayor comprensión.1
No abandones el kaú talenke yten [Kau: vivienda / Talenke Yten: pequeño hermano]
que pueden llegar chonik trayendo lam [Chonik: "nosotros los hombres"2 / Lam: aguardiente]
el cielo nubarrones sobre esta tierra
chaysqui nush que tehua.
Esquel ronda el kaú talenke yten [Esquel: abrojal, arbustos espinosos]
el espíritu malo de kelemkem [Kelemkem: ave predadora prehistórica que habitó en la Patagonia]
oshen está llorando sobre las piedras
chaysqui nush que tehua.
Llueve mucho hoy pequeño hermano
y aún es nuestro el cielo sobre esta tierra
chaysqui nush que tehua
chaysqui nush que tehua.
Llueve mucho hoy pequeño hermano
y aún es nuestro el cielo sobre esta tierra
chaysqui nush que tehua
Dónde están los guanacos y los ñandúes, dónde está la bravura de Orkeke y Casimiro3, dónde la china María y los abuelos, dónde mis treinta caballos y mis perros, llueve mucho hoy, llueve mucho hoy, y aún es nuestro el cielo sobre esta tierra chaysqui nush que tehua, chaysqui nush que tehua, chaysqui nush que tehua.


1. No pudimos dar con el significado de una de las frases cruciales de la canción: “chaysqui nush que tehua”, por lo que cualquier aporte al respecto es bienvenido
2. Las comunidades que lo integraban eran Tehuelches, Téuesch y Selk’nam
3. Célebres caciques tehuelches



Anexos:
1. Divididos: Audio y Agua, DVD Completo en HD en Youtube
2. Talenke Yten en la versión de Ruben Patagonia y la original de Hugo Gimenez Agüero
3. Agradecimientos a mi amigo Juanjo respecto a la Whipala.
4. Imagen principal, original de usuario ‘gatoroncha’ en Taringa.

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Acordes bajo cero


Desde que la raza humana se supo expresar a través de sonidos, las estaciones del año han sido motivo para componer cánticos. Desde las místicas "danzas de la lluvia" de las milenarias culturas aborígenes; las piezas soberbias de música clásica como el concierto No. 4 en Fa menor de Vivaldi en ‘Las 4 Estaciones’, hasta el track 5 del más reciente álbum de Smashing Pumpkins, el período invernal se ha metido en el pentagrama de nuestros músicos favoritos (y los no tanto). 

Try to wait for the sky to fall 
It's kind of hard not to see it all 
Whisper a song of winter in your heart
Screaming Trees - Winter Song

Las emociones y percepciones que encierran los cielos sombríos, la sensación mortal de los árboles sin hojas y las largas noches oscuras, son sentimientos que varios músicos han traspasado al plano musical, como una sinestesia. De seguro hay un montón de canciones del gusto de cada uno que se transportan a esta época. De manera personal, para un día gris me es ideal escuchar la banda sonora de 'Into The Wild’, el debut de Bon Iver, cualquiera del Flaco Spinetta, el ‘Damnation’ de Opeth o el unplugged de Alice In Chains. Puede que ninguna de las canciones que aparece en esos trabajos hablen del invierno, pero evocan esa frialdad del viento golpeándote la cara y calándote hasta los huesos. Pero hay otras que sí lo tratan.

From fallin' in the snow 
And I turned 'round and there you go
Fleet Foxes - White Winter Hymnal 

Así, complementando nuestra lista de canciones dedicadas a la lluvia, acá en +Rock les traemos el playlist del mes de julio, dedicado exclusivamente a aquellas melodías que hacen del frío invierno su grito primal, que nos tendrá con las manos heladas por lo menos hasta el próximo equinoccio vernal, pero no así con menos rocanrol para nuestros oídos.

Hay un invierno bajo el sol
Pensaba 
Mientras negras nubes avanzaban
Matorral - Invierno

Vayan por un café, un té o un mate; pongan play, suban el volumen; y viajen por estas melodías invernales que pintan en tonos pasteles el espíritu de este tiempo.

Canciones de Invierno by César Tudela on Grooveshark