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DEATH or GLORY

 
¿CÓMO HACER? ¿QUÉ HACER?

La cuestión de los medios, no la de los fines, la de los objetivos, de lo que hay que hacer, estratégicamente, en abstracto. La cuestión de lo que podemos hacer, tácticamente, en situación, y de la adquisición de esta potencia.

¿Cómo hacer? ¿Cómo desertar? ¿Cómo funciona? ¿Cómo conjugar mis heridas y el comunismo? ¿Cómo permanecer en guerra sin perder la ternura? La cuestión es técnica. No un problema. Los problemas son rentables. Alimentan a los expertos. Una cuestión técnica. Que se redobla en cuestión de las técnicas de transmisión de esas técnicas.

¿Cómo hacer? el resultado contradice siempre al fin. Porque plantear un fin es todavía un medio, otro medio. 
¿Qué hacer? ( recordando a Babeuf, Tchernychevski y Lenin). La virilidad clásica reclama un analgésico, un espejismo, cualquier cosa. Un medio para ignorarse un poco. En tanto que presencia. En tanto que forma de vida. En tanto que ser en situación, dotado de inclinaciones. De inclinaciones determinadas.

¿Qué hacer? El voluntarismo como último nihilismo. Cómo nihilismo propio a la virilidad clásica.
¿Qué hacer? La respuesta es simple: someterse una vez más a la lógica de la movilización, a la temporalidad de la urgencia. Bajo pretexto de rebelión. Plantear fines, palabras. Tender hacia su cumplimiento. Hacia el cumplimiento de las palabras. Mientras tanto, dejar la existencia para más tarde. Ponerse entre paréntesis. Alojarse en la excepción de sí. A distancia del tiempo. Que pase. Que no pase. Que se pare.  Hasta el próximo fin.

¿Qué hacer? Dicho de otra manera: vivir es inútil. Todo lo que no habéis vivido, al historia os devolverá.
¿Qué hacer? Es el olvido de sí que se proyecta sobre el  mundo. Cómo olvido del mundo.
¿Cómo hacer? La cuestión del cómo. No de eso que un ser, un gesto o una cosa es, sino de cómo es eso que es. De cómo sus predicados se relacionan con él.  Y él con ellos. Dejar ser. Dejar ser la abertura entre el sujeto y sus predicados. El abismo de la presencia. Un hombre no es "un hombre". "Caballo blanco" no es "caballo". La cuestión del cómo. La atención al cómo. La atención a la manera en que una mujer es, y no es, una mujer, hacen falta dispositivos para hacer de un ser de sexo femenino "una mujer", o de un hombre con la piel negra "un negro".

La atención a la diferencia ética. Al elemento ético. A las irreductibilidades que lo atraviesan. Lo que pasa entre los cuerpos en una ocupación es más interesante que la ocupación misma. 

¿Cómo hacer? quiere decir que el enfrentamiento militar con el Imperio debe ser subordinado a la intensificación de las relaciones en el interior de nuestro partido (la interna del ser). Que lo "político" no es más que cierto grado de intensidad en el seno del elemento ético. Que la guerra revolucionaria no debe ser ya confundida con su representación: el movimiento bruto del combate.

La cuestión del cómo. Volverse atento al tener lugar de las cosas, de los seres. A su conocimiento. A la obstinada y silenciosa prominencia de su temporalidad propia bajo el aplastamiento planetario de todas las temporalidades por la de la urgencia.

El ¿Qué hacer? como ignorancia programática de esto. Cómo formula inaugural del desamor atareado.
El ¿Qué hacer? vuelve. Desde hace varios años. Desde mitad de los años 90, más que desde Seattle. Un "revival"  de la crítica hace como si se enfrentara al Imperio con slogans, con las recetas de los años 60. Salvo que esta vez se simula. Se simula la inocencia, la indignación, la buena conciencia y la necesidad de sociedad. Se vuelve a poner en circulación toda la vieja gama de los afectos "social - demócratas". De los afectos cristianos. Y de nuevo, las manifestaciones. Las manifestaciones "mata - deseos". Donde no pasa nada. Y que ya no manifiestan sino la ausencia colectiva hasta el fin.

Para los que tienen nostalgia de Woodstock, de la "ganja" , de mayo del 68 y del "militantismo", están las contracumbres. Se ha reconstruido el decorado, falta lo posible. Y tú que haces...? (nada), "eres un mero espectador sin acción".

He aquí lo que ordena el ¿Qué hacer? hoy: ir a la otra parte del mundo a contestar la mercancía global para volver, tras un baño de unanimidad y de separación mediatizada, a someterse a la mercancía local. A la vuelta, está la foto en el periódico......¡Todos solos juntos!.... erase una vez......¡Qué Juventud!

Lástima para esos cuantos cuerpos vivos perdidos allí, buscando en vano un espacio para su deseo. Vuelven un poco más fastidiados. Un poco más vaciados. Reducidos. De contracumbre en contracumbre, acabarán por fin comprendiendo. O no.

No se contesta al Imperio por su gestión. No criticamos al Imperio. Nos oponemos a sus fuerzas. Ahí donde estamos.

Decir lo que a uno le parece tal o tal alternativa, ir allí donde se nos llama, todo esto ya no tiene sentido. No hay proyecto global alternativo al proyecto global del Imperio. Pues no hay proyecto global del Imperio. Hay una gestión Imperial. Toda gestión es mala. Los que reclaman otra sociedad harían mejor comenzando por ver que ya no hay. Y tal vez cesarían entonces de ser aprendices de gestores......ciudadanos, ciudadanos indignados.

El orden global no puede ser tomado por enemigo, directamente. Pues el orden global no tiene lugar. Al contrario. Es más bien del orden de los no - lugares.
Su perfección no es la de ser global, sino la de ser globalmente local. El orden global es la conjuración de todo acontecimiento porque es la ocupación acabada, autoritaria, de lo local. Uno no se opone al orden global sino localmente. Por al extensión de las zonas de sombra sobre los mapas del Imperio. Por su puesta en contacto progresiva. Subterránea.

La política que viene. Política de la insurrección local contra la gestión global. De la presencia recobrada sobre la ausencia de sí. Sobre la extrañeza ciudadana imperial. Recobrada por el robo, el fraude, el crimen, la amistad, la enemistad, la conspiración. Por la elaboración de modos de vida que sean también modos de lucha.
Política del tener - lugar. El Imperio no tiene lugar. Administra la ausencia haciendo planear por todas partes la amenaza palpable de la intervención policial. Quién busca en el Imperio un adversario al que medirse encontrará el aniquilamiento preventivo. Ser percibido, de aquí en adelante, es ser vencido.

Aprender a devenir indiscernibles. A confundirnos. Volver a degustar el anonimato, la promiscuidad. Renunciar a la distinción, para desarticular la represión. componer en el enfrentamiento las condiciones más favorables. Volverse astutos. Devenir despiadados. Y para esto devenir cualquieras.

¿Cómo hacer? es la cuestión de los niños perdidos. Aquellos a los que no se ha dicho. Los que no son seguros en sus gestos. A los que nada ha sido dado. Cuya criaturalidad, cuya errancia, no deja de traicionarles. La revuelta que viene es la revuelta de los niños perdidos.

El hilo de transmisión histórica ha sido roto. Incluso la tradición revolucionaria nos deja huérfanos. El movimiento obrero sobre todo. El movimiento obrero que se ha vuelto instrumento de una integración superior al proceso. Al nuevo proceso, cibernético, la valorización social.

En 1978, el "partido de manos limpias", lanzó en su nombre la caza a la Autonomía. En nombre de su concepción clasista del proletariado, de su mística de la sociedad, del respeto del trabajo, de lo útil y de la decencia. En nombre de la defensa de los "avances democráticos" y del "estado de derecho".
El movimiento obrero que se habrá sobrevivido en el operaísmo. Única critica existente del capitalismo desde el punto de vista de la movilización total. Doctrina temible y paradójica, que habrá salvado el objetivismo marxista no hablando más que de "subjetividad". Que habrá llevado a un refinamiento inédito la denegación del cómo. La reabsorción del gesto en su producto. La urticaria del futuro anterior. De eso que toda cosa habrá sido.
La crítica se ha vuelto vana. La crítica se ha vuelto vana porque equivale a una ausencia. En cuanto al orden dominante, todo el mundo sabe a qué atenerse. Nosotros no tenemos ya necesidad de teoría critica. No tenemos necesidad de profesores. La critica gira a favor de la dominación, desde ahora. Incluso la critica de la dominación. Ella reproduce la ausencia. Nos habla desde donde no estamos. Nos propulsa a otra parte. Nos consume. Es cobarde. Y permanece al abrigo cuando nos envía a una carnicería. Secretamente enamorada de su objeto, no cesa de mentirnos. De ahí los idilios tan cortos entre proletarios e intelectuales comprometidos. Esos matrimonios de razón donde no se tiene la misma idea ni del placer ni de la libertad.

Más que nuevas criticas son nuevas cartografías las que necesitamos. Cartografías no del Imperio, sino de las líneas de fuga hacia fuera de él.

¿Cómo hacer? necesitamos mapas. No mapas de lo que esta fuera del mapa. Sino mapas de navegación. Mapas marítimos. Herramientas de orientación. Que no tratan de decir, de representar lo que hay en el interior de los diferentes archipiélagos de la deserción, sino que nos indican cómo llegar, como unirnos a ellos. 


Simplemente gritar muerte o gloria.



2 comentarios:

  1. Cristina dijo...:

    "El hilo de transmisión histórica ha sido roto. Incluso la tradición revolucionaria nos deja huérfanos. El movimiento obrero sobre todo. El movimiento obrero que se ha vuelto instrumento de una integración superior al proceso. Al nuevo proceso, cibernético, la valorización social."
    Qué quiso decir con eso estimado, muy bueno su escrito, pero a veces la claridad se pierde para que estéticamente sea agradable...
    Creo que el proceso cibernético es un arma muy potente para la valorización social, es por ello que ahora se hacen intentos desesperados de poder controlarla bajo la bandera de la "antipiratería" el nuevo terrorismo por el cual se alza una guerra, en contra de las opiniones masivas de los seres concientes...
    y el hilo de la transmisión histórica no ha sido roto, eso es por lo que Fukuyama plantea en el fin de la historia, cierto?
    Noto tambien conocimientos respecto a la nueva historia Global que postula Hugo Fazio desde la localidad... ahora si podemos definir Local, sería interesante.
    un gusto leerlo
    @kithylu

  1. Unknown dijo...:

    La necesidad de sociedad hace rato que es inexistente. No hay nada más que confesar, pensamiento y acción en la educación de las clases pobres. Es tiempo que los poderosos y la tropa de los ABC1 dejen de manejar a ese pueblo denominado Chile. Hay una gran deuda de nosotros los jóvenes profesionales. La revolución y los cambios sociales se hacen en las calles y a cara descubierta. Hay miles que desean el cambio total o una revolución "maquillada", por ahí te cambia de pensar un año, pero después vuelven a sus nidos cómodos y a observar desde las grandes alturas.
    La revolución hoy por hoy se basa en la palabra y en lo afectivo, las calles y nuestra voz son nuestras armas.
    Apoyando la causa hoy y siempre.

    Pablo Bustamante - Arquitecto -

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