En los recuentos de fin de año, cada quien cuenta su propia historia. Así las cosas, en esta columna de recuento podríamos hablar de indie rock, de la nueva psicodelia o del año del retorno de Soundgarden. Pero no. En esta columna hablaremos del año del blues rock.
Al igual que el rock de garage, el blues rock no es un estilo pasajero, como cuando nos quisieron hacer creer que existió hace 10 años un “garaje rock REVIVAL”. Esto no es un blues rock revival, es simplemente un año en donde, gracias a figuras que vienen tomando vuelo hace años como Jack White y The Black Keys, el blues rock tomó protagonismo (no un protagonismo único) de las revistas de rock y los ranking del género. Pero siempre ha estado ahí para nosotros, en distintos formatos y variantes. Nunca ha desparecido como para ser revivido.
Blues
Rival Sons en escena |
2012 ha sido un gran año para el blues rock. No sólo por esa experiencia sublime que fue la publicación de Celebration Day, el concierto realizado por Led Zeppelin en 2007 y que es sencillamente alucinante. Este año el género ha tenido una prolífica producción en manos de bandas nuevas y otros viejos estandartes que reaparecen. Así, este año tuvimos el increíble regreso de Rival Sons con su Head Down, un disco con el que los de Los Angeles al fin terminan de mostrar credenciales, pidiendo a
gritos (literalmente) la atención necesaria de la prensa. No estamos hablando de la reinvención de la rueda, sino tan solo de una de las bandas que ha encarnado mejor la herencia zeppeliana, con riffs imposibles de olvidar y una performance vocal a pura tripa y corazón, sin dejar en ningún momento de lado los matices necesarios para que el disco no aburra en ni un sólo minuto.
En la vereda del blues psicodélico se encuentra Chris Robinson Brotherhood, que este año retornó con dos discos hermanos, que perfectamente pudieron haber sido uno solo doble: Big Moon Ritual y luego, 3 meses después, The Magic Door. Acá, “la hermandad” del líder de los retornados The Black Crowes muestra un estilo que oscila entre un blues rock más sureño en clave Creedence ('Someday Past The Sunset' es una cátedra) y una herencia importante del Pink Floyd de la época de Meddle. Probablemente, la razón por la que estos dos discos, y particularmente The Magic Door no aparece consistentemente entre los grandes del año, es debido al exceso de reversiones de temas grabados anteriormente, ya sea por los mismos The Black Crowes ('Appaloosa', 'Little Lizzie Mae'), o covers como el track que abre el disco ('Let’s Go, Let’s Go, Let’s Go'). Si obviamos esto, se convierten en discos altamente recomendables. Ambos.
La nueva sensación de Texas, Gary Clark Jr., venía pavimentando desde hace un rato el camino para que todo el mundo estuviera muy atento al lanzamiento de Blak And Blu, su debut en una multinacional , gracias al lanzamiento de dos EPs con adelantos de gran factura. Lo logró, y hoy en día es común leer en la prensa especializada las comparaciones con Jimi Hendrix y Stevie Ray Vaughan, precisamente por estas altas expectativas y por el origen texano del músico y actor (aunque siempre estas apresuradas comparaciones lo único que hacen es perjudicar cualquier carrera emergente). En lo estrictamente musical, Blak And Blu es un buen disco, cuya principal característica son sus variados colores, con matices de soul, pop, rap, pero sobre todo una buena dosis de guitarras en grandes canciones como 'When My Train Pulls In' y 'Bright Lights'.
White
Jack White en el documental It Might Get Loud |
Jack White es, sin duda, el personaje fundamental de la última década en lo que a blues rock se refiere. Ya en un par de años, Elephant (2003) se posicionó en todos los ranking de discos primordiales, de la década y de la historia, y más aún, el multiinstrumentista se posicionó fácilmente dentro de los ranking de los mejores guitarristas del rock; por su revolución en el sonido del blues rock, por sus guitarras increíblemente filosas, por riffs históricos como el de 'Seven Nation Army'. Todos los adjetivos grandilocuentes no están demás.
Este año, al fin se atrevió a lanzar un disco solista, que no es ni White Stripes, ni Raconteurs, ni Dead Weather. Es todo eso junto. Blunderbuss es un recorrido por todos los sonidos de Jack White que marcaron escuela en los últimos 10 años. Es más orientado al pop que The Dead Weather, y con menos guitarras y más piano que The White Stripes (salvo ese sacudón llamado 'Sixteen Saltines'). Tal vez, The Raconteurs
es el antecedente más claro de este disco, por su mayor orientación pop, menos
garage y más arreglos en las composiciones (aunque claro, filtrando todo el
importante aporte de sus compañeros de banda y miembros de los subvalorados The
Greenhornes). Tal vez, Blunderbuss ha pasado más desapercibido de lo que
corresponde. Jack White ya nos ha mal acostumbrado a escuchar buen rock.
Pero el año que recién se fue, White no ha aparecido sólo por sus propias creaciones, sino también por la herencia que está dejando The White Stripes y que encarnaron los ingleses Band Of Skulls con su segunda placa Sweet Sour. Para ser justos, este disco es mucho “menos White Stripes” que su excelente debut Baby Darling Doll Face Honey de 2009. De entrada, queda la sensación de que en esta pasada es Emma Richardson, la voz femenina, quien toma las riendas de ese puesto y Russell Mardsen queda más abocado a las seis cuerdas, lo que desde ya le quita un poco el tono “White” a la vocalización. 'Bruises' y 'Wanderluster' son buenas muestras del sonido
propio que ha construido Band Of Skulls en poco tiempo. Acá hay otra carrera
ascendente.
Black
Ilustración de The Black Keys, según el artista Mr. Brainwash. |
The Black Keys, la banda que acapara todas las portadas y las participaciones estelares de los festivales de rock alrededor del mundo en el último tiempo, marcaron presencia en 2012 no por producciones propias (a pesar que su última placa El Camino vio la luz a finales del 2011 y lanzaron sendos singles en 2012), sino, como infalible indicador de estar “creando escuela”, por poner su sello en discos de otros, ya sea en la producción, o apoyando con colaboraciones.
Shakedown, el debut de los gringo- mexicanos Hacienda (¿habrá un nombre más latinoamericano para una banda?) es una buena muestra de esto. No es casualidad que su sonido recuerde en varios pasajes al rock- soul de Brothers, el disco con que The Black Keys terminó de encantar al mundo, ya que estos oriundos de San Antonio (Texas, otra vez Texas), han sido apadrinados de Dan Auerbach desde hace ya unos 3 años, primero acompañándolo en su gira solista y a su vez con Auerbach como productor de sus tres discos, incluyendo este último. Verónica, el track que abre la placa, es un imperdible que muestra lo mejor de la escuela Black Keys.
Una de las “buenas prácticas del rock”, es cuando los músicos jóvenes y con carrera ascendente le devuelven la mano a sus mentores, trayéndolos de vuelta al presente para mostrárselos a las nuevas generaciones. Haciendo gala de este ejercicio, Dan Auerbach estuvo detrás de las perillas y la guitarra en Locked Down, el retorno del veterano Dr. John. Con un disco que toma matices del blues y el funk, Locked Down nos entrega una excelente colección de canciones, muy bien recibidas por la crítica y con un trabajo vocal al que Auerbach sin duda le debe créditos.
Pero Dan Auerbach no fue el único de Los Black Keys que tuvo agenda activa en la producción y expansión del sonido Keys en la oferta musical de 2012. El baterista Patrick Carney fue el encargado de la producción del nuevo álbum de The Sheepdogs. Luego de unos años en la independencia, y saltando a la fama gracias a un bullado concurso de la Rolling Stone para ser la primera banda independiente en aparecer en su portada de Agosto de 2011, los canadienses debutan en una multinacional (Atlantic) con su producción homónima, y el sello es básicamente el mismo: rock con influencia del blues y la neo-psicodelia, sonidos amigables, pero esta vez con mucho más protagonismo de la guitarra que en los casos anteriores, donde los pianos y teclados tenían harto que decir.
En síntesis, un año redondo para los sonidos del blues rock, para la colonización musical de The Black Keys, y para el maestro Jack White. Muchos eventos relevantes pudieron haber ocurrido en 2012, pero ésta es sólo una de las tantas historias que se pueden contar sobre el devenir del rock este año.
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