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Cobain [Influencia_03]





Este año de celebración rockera, en el que se cumplen 20 años de varios de los discos más importantes en la historia reciente del género, era inevitable darse un paseo por Nevermind, y a consecuencia de eso, luego toda la discografía de Nirvana. Por supuesto que a esto se suma la ola de revisiones,o "re-ediciones re-masterizadas re-caras" y de lujo, de gran parte de ellos, probablemente como una estrategia de salvataje comercial para los alicaídos sellos discográficos.

Sobre el legado de Nirvana, extensas páginas se han escrito. Sobre su aporte al cambio de la historia del rock, sobre su influencia, sobre el suicidio de Cobain, e incluso se ha agregado una buena cuota de faranduleo cortesía de los excesos e infinitas estupideces de Courtney Love, así es que no pareciera ser un verdadero aporte un repaso por lo que se ha dicho hasta el hartazgo, por lo que nos dirigiremos por otras ramas.

Nirvana fue una banda con suerte, de hecho, tuvieron la suerte de la promoción y globalización que no disfrutaron bandas como Pixies o Sonic Youth (inspiradores de Cobain, y del sonido de la banda). Lo bueno (y paradójicamente lo malo al mismo tiempo), es que la explosión alternativa lanzada por estos lados con singles como “Smells Like Teen Spirit”, generó el corte generacional que necesitábamos los púberes y prepúberes de los 90s, del que Cobain nunca quiso hacerse cargo, y que detonó en que acabara dándose un balazo (según reza la versión más aceptada).


Seguramente, para aquellos que no estábamos en Nueva York para 1976, este corte histórico, debe ser similar a lo que en tal lugar y fecha, hicieron The Ramones, que tampoco gozaron de los privilegios que en general disfrutan los rockstars, y el estandarte que en ello representa Nirvana, particularmente la figura de Cobain, es básicamente el resultado curioso (desde la lógica comercial) de componer poesía de difícil digestión, envuelta en un marco sonoro de tono punk, mejorado con la lógica quiet-LOUD-quiet (patentada por Pixies), y además con un look práctico y sencillo, que prontamente se emulaba universalmente, gracias a su simpleza.

Imbéciles Gente que se paseaba por los medios con una nueva arquetipación de la generación de los 90s (del tipo Dra. Cordero), calificaban a ésta como “la generación de los no estoy ni ahí” (expresión que se entronizó en tipos del corte de Chino Ríos, a quien se le entendió torpemente como el representante de una generación),  y explicaban que tal generación, era aquel grupo de jóvenes que se desapegó del acontecer político, víctimas de la crisis existencialista de la vuelta a la democracia, desinteresados por todo, y carentes de referentes culturales; estos personajes, simplemente, no tenían ninguna noción de la realidad de estos “bicharracos desinteresados”, y menos de esto que sacudía las orejas de muchos, no porque fuera especialmente subterráneo, sino porque el corte cultural era de tal profundidad, que era imposible de ser leído por estos “expertos”.

Nirvana apareció por estos lados en años de “Sábado Taquilla”, disputándole el favoritismo a Metallica o Guns N’ Roses, pero con la gracia de no ser una banda mega-producida, sino por el contrario, un trío cuasi-punk, de jeans rotos, poleras sucias y sweaters de abuelo, y ésa fue una inspiración para muchos, que pudieron evitar desviarse en la parafernalia, y al fín encontrar algo en lo que la atención se concentrara en la música, una cuestión que durante los 80s se había perdido debajo de los trajes de látex, la laca y los peinados escarmenados.

El despertar del sonido alternativo, del que claramente Nirvana no es precursor, pero sí una punta de lanza, al menos en la larga y angosta faja, permitió a muchos artistas despreocuparse de los estereotipos, a no entender que su camino en la música tenía que ser como el de Lucho Jara, Yungue, Plaza o la Myriam  los artistas del “mainstream chilensis”, sino que podrían tener un tono propio, espacios de experimentación, etc. Tanto es así, que se desencadenó una oleada de lanzamientos nacionales, particularmente bajo los sellos Alerce y EMI, interesados en este “despertar” cultural de la democracia, y la refrescante oportunidad del reverdecer musical nacional.

Nirvana trascendió su poesía y su música, trascendió a su estilo, y permitió el desarrollo (aunque  lamentablemente tuvo una temprana muerte), de un influjo de creatividad y propuestas, del que probablemente es imposible hacer rastreo.

Volviendo sobre Cobain, el tipo es el héroe de una generación, pero no quiere serlo. Es un rockstar que siente asco por la idea del rockstar. Es un sujeto frágil, que se ha vestido de violento para defenderse del mundo, y que escribe con las vísceras sobre el papel, por lo que no soportó más que le pidieran el single que su discográfica multinacional propagó por el mundo. Lo que no era, es un “no estoy ni ahí”, ni un fetiche del mercado en un escaparate, porque al revés de lo que se sindicó para la generación que representaba, sí estuvo ahí, para hacer su banda, para hacer su música, para verter su alma en ello, porque si no hubiese sido así, no estaríamos acordándonos de él y preguntándonos por qué mierda tuvo que matarse (?), por qué no seguimos disfrutando de su obra.

Cobain -el antihéroe-, sólo tenía su música, la válvula emocional, la explosión de su propio devenir, y nosotros, la causa de su angustia. 

Ahora a la música!, acá un tracklist con mis 10 favoritas, si no le gusta alguna... “no estoy ni ahí”.

Nirvana by Fernando Lobos on Grooveshark


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