Es cierto que llegué atrasado con este post. Pero bueh... Necesitaba terminar de reponerme del dolor de cuello y de espalda y recuperar las neuronas perdidas en ese ejercicio.
Paso a lo que fue un día en Maquinaria:
Llegamos a Maquinaria un poco más tarde bajo la estrategia de evitar el tumulto de la apertura de puertas, y funcionó.
Cuando entramos, alcanzamos a agarrar la última mitad de la presentación de Hoppo.
Lamentamos el retraso propio, porque Hoppo es una excelente banda. La desconocía, pero me sorprendió notar que tocan muy bien, la propuesta es clarita y tiene un sonido que es una franca investigación en las raíces de la música latinoamericana, bueno, una obviedad considerando el repertorio, pero la gracia que tienen es que no incurren en el cliché de la mímesis, a la que los ídolos de los shúpers parecen estar habituados. Es de esa música que puede prescindir de los
RayBan Wayfarer para ser cool. No imitan a nadie, ni en imagen, ni en sonido, así que todos contentos.
Luego, sin tener que correr, aplastarnos y empujar, llegamos a ver la presentación de Alain Johannes, lamentablemente ensuciada por el ruido de un grupo atroz, llamado
Mátenlo. Mátenlo es una propuesta revuelta, entre el exceso de pose y el abuso de loops de demo, disponibles en todo teclado
Casio o
Bontempi. Bueno, puede que no sean los demos de fábrica, pero no oí ninguna originalidad que mereciera destacar. Su propuesta al parecer se centra más en el abuso de un deficiente concepto de improvisación (y si no era improvisación, uf!!! KILL 'EM ALL!!)… Era como oir una banda sin ensayos en el cuerpo y que solo compartía muchas noches de alcohol, tonariles y marihuana. Y claro, mucho wayfarer fluorescente entre la audiencia. Digo esto como nota para hacerse la idea del vacío artístico que describo. Una banda con pose de novedosa, pero que
vale callampa deja mucho que desear.
Vuelvo a Alain Johannes. No cualquiera se planta en un escenario sólo acompañado por su guitarra y toca un set completo a un excelente nivel. Uno termina dándose cuenta que a veces con una voz y una guitarra, no sólo pueden cantarse Los Momentos o una de Silvio en una fogata playera (aunque ya lo sabía, jejeje).
Alain Johannes tiene el brillo del virtuoso, sin ser un latero exhibicionista, y esa es la gracia. El tipo viste de impecable negro, sobre el que contrastan sólo la guitarra y su calvicie, al servicio de dejar su música en primer plano. Un canto sensible y una guitarra desarrollada. Las 12 cuerdas de la guitarra cumplieron con dar el apoyo ambiental y las notas de carácter de cada tema y no se extrañó una banda de soporte. Le suenan los dichos "menos es más" o "en lo austero está lo elegante"?
...Una bebida cara (a luca el vaso con mucho hielo y poca bebida), y un rato a sentarse en la escasa sombra disponible...
Mientras el calor me hacía arrepentirme de llevar jeans oscuros,
El Otro Yo, hizo lo de siempre. No envejecieron nada, ni por actitud –lo que no es malo-, pero tampoco como madurez o crecimiento musical. Su concierto ya lo había visto, pero hace unos 15 años.
Esta banda es una cuestión como punk, pero no es punk. Indie, porque quizás no tanto tampoco, es noise? bueh…. Al final, más de lo de siempre. El gran interés de la pendejada los teenagers por este grupo, confirma que esta es una banda adolescente, con rebote en el target 15-20 años, a pesar de que está integrada por músicos que están bien pasaditos de los 30 años. Y esa es la cuestión (!). Uno no puede ir escribiendo sobre existencialismos suicidas, resultantes de desbalances hormonales o traumas de niñez, y esa naif mirada de la calle si estás en la treintena. Es falso, impostado, forzado. Es plástico, abrillantado con distorsiones de guitarra. Ahora mismo me pregunto cómo alguna vez me gasté unas lucas en un disco de ellos.
Una pasada al baño me permite anotarle un poroto a la producción y una puteada al público. A esa hora, en "las casitas" podía sacarse agua potable de un surtidor, ideal para enjuagarse el jabón de las manos y refrescarse un poco. La puteada al público, es porque a un costado había una cisterna con 3 válvulas, bien óptima para sacar agua pura, cristalina y gratis, pero la inconciencia del maleducado chilensis impidió que muchos recordaran cerrarla, regalando litros y litros de ella a la tierra y convirtiendo el sector en un barrial espantoso. Bueno, de más está decir que en un concierto con el mote de preocupación por lo sustentable (créame que vendieron esa pescada), botar el agua al suelo por no molestarse en cerrar la llave es una falta de decencia.
Algo ví de Como Asesinar a Felipes. Los tipos tocan bien. La ejecución musical da cuenta de muchas horas de trabajo serio en salas de ensayo. Faltó un poco de punch, pero quizás Mátenlo me dejo mal dispuesto para lo que se presentaría en el escenario azul, así que por eso prefiero no extenderme sobre ellos.
Sentado feliz con un sanguche que me llevé para el evento, me siento junto al escenario en el que se prepara Cavalera Conspiracy.
Ya el tipo que sale a probar micrófonos es de temer, tendría entre 200 y 250 kilos cada brazo, y si ese es apenas un Roadie, ya se imaginarán como sonaron los cofundadores de Sepultura de vuelta con este nuevo proyecto.
La banda de thrash-heavy-metal (excúseme la falta conocimiento técnico para una etiqueta más precisa), y sonidos guturales, da la lección de una forma de sostenerse sobre lo mismo, pero de una forma diferente a la de El Otro Yo. La clase es que la actitud se conserva, y el sonido también. La pose se ha perdido. Max Cavalera sale sonriente, saluda a su público con una venia. El tipo llegó a tocar con sus amigos, para sus amigos. Le faltó decir "quiubo".
Claro, ya no podía estar con mi sanguche en el pasto, me rodearon los chascones con poleras de desesperación y apocalipsis, pero el tumulto era bastante respetuoso de la ceremonia que verían, y se abrieron los mosh pits lentamente, dándome tiempo de incorporarme y reubicarme.
Cavalera Conspiracy trajo el clásico sonido en notas graves y los palos veloces de Igor. Una música un poco agotadora para los no iniciados y directamente incomprensible si quieres distinguir el mensaje de las letras. También trajeron solos de guitarra frenéticos y quiebres de velocidad para cabecear a gusto.
Se rajaron con algunos clásicos de Sepultura que disfrutamos y por fin vimos ROCK. Un Rock verdadero, pues es el resultado de años de carretera por los circuitos metaleros.
Cuando terminaba Cavalera y compañía, empezó a entrar gente a borbotones. Venían los pesos pesados, y con observar esto, uno nota el desinterés de la gente por aquello que no suena en la radio… bueno, eso da para otro post tan largo como este.
Yo La Tengo, la tiene. Aunque resulta inevitable referirlos a la fórmula patentada
quiet-LOUD-quiet, tienen la gracia de la elaboración simpática. Maracas, teclados, guitarras livianas, cruzándose con distorsiones densas, aumentos de volumen, etc.
Yo La Tengo hace música liviana, pero completamente desinteresada en la construcción de pop estándar radial. Tiene los exactos desencajes que impedirían que una rucia montada en una 4x4, sepa disfrutar de ellos, y eso es fantástico.
La baterista es un foco, no un aporte musical, al menos a nivel de ejecución. Me llamó la atención que usara los platillos inclinados hacia afuera, pensé que tendría algo que ver con una performance, o con una alteración de sonido, pero no, ninguna referencia sobre la performance. Quienes le venden las baquetas deben estar felices.
Me molestó eso sí que luego de arrastrar la guitarra, aprisionarla contra los amplificadores, volver a arrastrarla desde la correa, Ira Kaplan nunca se decidiera a romperla contra el piso, o tirarla a la audiencia, que es el chiste completo.
Yo La Tengo es refrescante y honesto. Simple, clarito. Música que tiene la virtud de ser de fácil absorción, buena pa la patita. Simpática. Pero esto de arrastrar la guitarra por el piso y no rematar rompiéndola deja una idea bien clara de cómo más o menos es su propuesta.
Rajamos a ver Queens Of The Stone Age. QOTSA es una banda que jamás creí ver en vivo en Chile. Es algo que debo agradecerle a Maquinaria, y lo mismo por Pixies.
Josh Homme tiene fama de ser arrogante, y de no compartir para nada la idea de que se le
suban al escenario (lo cual no ocurrió). Eso es muy bueno, pero acá estuvo bien abierto a comentar lo contento de estar acá, y de volver pronto y todas esas pomadas. Junto con lo anterior, los tipos tienen muy claro que el espectáculo lo dan ellos, y que se trata sólo de su música, y lo hacen excelentemente bien.
La banda tocó impecablemente. Hasta el minuto, los mejores músicos sobre el escenario de maquinaria. La pasaron bien tocando, y eso es lo mejor que una banda puede hacer para que sus shows sean buenos.
Un set list con un 80% de joyas. Me faltaron un par, pero son por un inconformismo permanente que tengo.
Las guitarras en perfecta coordinación. Riffs armados para una presentación excelente. Este es el tipo de bandas que se merecen el sitial que tienen. Los tipos están ahí por ser excelentes músicos y no un
puto producto del mercado, en el que se gasta -más que todo- en asesores de imagen.
Decidimos sacrificar el último tema de QOTSA para alcanzar una buena ubicación para los
Pixies, la gente ya era mucha, la suficiente como para haber perdido toda posibilidad de agarrar las ubicaciones privilegiadas de las que gozamos para ver los shows anteriores.
No hubo caso. Con suerte agarramos un claro detrás de mucho grandulón y poder ver el show que esperé 2/3 de mi vida, y que jamás creí ver. Bueno, ya se resolvería avanzando entre la masa entre salto y salto, hasta que lo conseguí, alrededor de la tercera canción estaba ubicado en un lugar cómo para ver, para escuchar y para saltar.
A esas alturas la cámara digital de gama baja que tengo pedía agüita, así que tuve que tomar prestadas algunas fotos de una gran
amiga, para ponerlas acá.
Ok, soy un fan de los Pixies. Todo lo que he empezado a decir proviene desde ahí, y más vale que lo reconozca, porque encontré que el show de Pixies fue perfecto. Incluso, fueron los únicos que hasta ese momento se permitieron el lujo de excederse en el horario pactado, y hasta eso fue perfecto, porque pudieron rematar con Where Is My Mind? y Gigantic.
Estableceré algunos parámetros sobre mi apreciación de lo visto con Pixies:
Los Pixies son la mejor banda del mundo. Todo lo que usted conoció de Nirvana, de Smashing Pumpkins, de Pearl Jam, de Sonic Youth, Weezer y que conoce de Yo La Tengo, y muchísimos otros, lo inventaron los Pixies en 1986. En Boston, no en Seattle.
Kim Deal, quien fue la única en entrar en diálogos con el público, es la mujer más sexy del mundo.
Dave Lovering es un baterista impecable, sabe lo que tiene y lo que no tiene que hacer. El perfecto sustento para una banda como Pixies. No es proclive a los excesos de tarreo, ni pasa piola.
Joey Santiago es el mejor guitarrista que una banda puede tener. Sabe hacer un solo limpio y cálido, sabe hacer un solo veloz y violento, sabe hacer ruidos aplicando efectos y azotando la guitarra, tampoco es de esos guitarristas que se adelantan para competir con el frontman. Es respetuoso y virtuoso de su posición en la banda.
Black Francis es el cerebro de Pixies, y Pixies es la mejor banda del mundo. Es el espíritu de las canciones, de letras fantásticas llevadas a una voz que cruza emociones entre estrofas, estribillos y coros, y que se apoya en una composición musical coherente y consonante con un discurso libre e imaginativo.
El show fue impecable, el ritmo entre canciones, lo dicho, lo no dicho (Black Francis no dijo ni media palabra que estuviera fuera de sus letras). El setlist fue un regalo para todos quienes soñamos con ver esa presentación.
Luego de esto, decidí que nada más me importaba. Cumplí el sueño. No me importó nada Linkin Park, ni Incubus, así que salí por una cajetilla de cigarros que me nivelaran la necesidad de nicotina acumulada en 3 horas desde que se me terminó el último pucho y no volví. Nada iba a ser tan bueno como haber visto a los Pixies. Si quiere leer sobre esas dos presentaciones en particular, refiérase a casi cualquier otro medio.
Si tiene quejas, abajo hay un espacio para la expresión popular.
Aprovecho de agradecer a Paz Jones por sus fotos! Muchas gracias!