Johnny Cash, John Lennon, The Ramones y Joe Strummer retratados en los muros de la ciudad |
con gente de verdad”
Weichafe – El Rock Del Poncho
La frase del desaparecido grupo de rock chileno Weichafe evoca al carácter popular, callejero y más romántico del rock. Inspira esa cerveza en la cuneta, a la junta en la sala de ensayo, al guitarreo' en la playa, a la tocata en la plaza y, porqué no, a la de ese clásico rayado en la muralla, realizado con una lata de espray, haciendo alusión de que el punk no ha muerto. Ese mensaje tan habitual que se puede encontrar en la urbe, específicamente en las paredes -el gran soporte de las manifestaciones artísticas populares- da fe a la premisa descrita por el power trío, y que lleva años expresándose, retratando un hecho estético total y que atiende a lo contestatario. Un tipo de manifestación que se mantiene al margen del sistema, alejado del "doble click", que trae el mensaje subversivo y traspasa a todas las redes sociales del ciberespacio a las cuales estamos enviciados, y que es más cercano "al guerrilla radio que al ok computer".1
Este lenguaje se propuso un dialogo con la calle y la ciudad, en el espacio público, donde la ciudadanía se manifiesta (muchas veces y con más fuerza) sobre la crisis de la sociedad. Un fenómeno urbano, comunicacional y artístico. Una jerga que se escribe con rayas, con jeroglíficos o simplemente con una imagen y detrás de la cual habla un misterioso personaje. Así, se puede afirmar que detrás de los rayados, los graffitis, los stencil -el street-art en gloria y majestad- hay una cierta libertad de expresión en forma pura, porque es ahí donde se mezcla la clandestinidad, la rebelión, con los movimientos hábiles, los lenguajes sugestivos y demoniacos, que van dejando el rastro de una o más personas que quieren dejar parte de sus gustos, pasiones y/o reclamos.
Nuestra ciudad se convierte, de esta manera, en un gran lienzo pintado por un montón de enmascarados con distintas opiniones e intereses. Cada uno proyectando su propia idea, generando una especie de collage, muy lejos del carácter militante del muralismo político y del ególatra graffiti norteamericano. Para que entendamos el mismo lenguaje, definiremos ciudad como un lugar de encuentro e intercambio de cultura2, y pintura callejera, como un tipo -simultáneamente banal, anónimo, popular y masivo- de pintura realizada en las murallas públicas3. De este modo, cuando hay cosas que decir, esas manifestaciones se pueden expresar a través de un gesto visual, y qué mejor que ocupar la propia infraestructura urbana como medio de comunicación social y colectivo.
Los encapuchados de Liverpool: The Beatles retratados por el artista Mr. Brainwash Mural realizado en el Barrio Holborn, Londres. |
Nuestra ciudad se convierte, de esta manera, en un gran lienzo pintado por un montón de enmascarados con distintas opiniones e intereses. Cada uno proyectando su propia idea, generando una especie de collage, muy lejos del carácter militante del muralismo político y del ególatra graffiti norteamericano. Para que entendamos el mismo lenguaje, definiremos ciudad como un lugar de encuentro e intercambio de cultura2, y pintura callejera, como un tipo -simultáneamente banal, anónimo, popular y masivo- de pintura realizada en las murallas públicas3. De este modo, cuando hay cosas que decir, esas manifestaciones se pueden expresar a través de un gesto visual, y qué mejor que ocupar la propia infraestructura urbana como medio de comunicación social y colectivo.
La pintura callejera forma parte del adn de las subculturas relativamente jóvenes, caracterizada por ser, en líneas generales, efímera y no institucional (aunque en la actualidad muchas marcas comerciales ya han visto en el stencil un importante vehículo para el campo publicitario4). Algunos sociólogos hablan de la ‘moratoria vital’5, que es un período de tiempo en la vida de las personas que las liga a partir de códigos diferenciales generacionales, donde se marca un claro consumo cultural, ligado activamente a los medios de comunicación, específicamente la música.
La relación que se establece entre la música y lo joven pasa en una medida, no insignificante, por el rock y sus variados géneros (heavy metal, punk, grunge, brit, etc.), para grandes sectores de jóvenes urbanos de clases medias y altas, pero también, para algunos jóvenes de sectores populares que se diferencian así de sus pares.
"Somos las flores de los tachos de basura” decían los Sex Pistols. Esta frase puede ser encontrada en las cercanías del Barrio Azopardo, un barrio estigmatizado por ser uno de los más peligrosos, en San Salvador de Jujuy, y también se lo puede encontrar en las paredes de las calles del Barrio Ciudad de Nieva, uno de los barrios más pudientes.6
Este texto, que ejemplifica la transversalidad de un rayado en la norteña provincia argentina de Jujuy, nos muestra la apropiación del rock desde distintos contextos y subculturas jóvenes, y que, por ejemplo en Santiago, se puede ver graficada con la conocida consigna "Punk Not Dead", que se puede encontrar y leer tanto en murallas de Providencia y Las Condes (comunas del barrio alto) como de Estación Central y Recoleta (barrios céntricos) o Puente Alto y Maipú (zonas periféricas de la capital).
Esta relación entre graffitis y rock, que si bien es cierto tiene una reducida actividad en la actualidad, marca definitivamente una comunicación urbana que desplaza a la comunicación de masas, para transformarse en un mensaje polifónico y subjetivo, pero con una fuerte carga social.
El carácter marginal, periférico y contrainstitucional de los grafitis está ligado históricamente a sus orígenes (en términos de su masificación) a la cultura hip-hop7, desde finales de los setenta y muy fuerte ya en los años ochenta y noventa. Sin embargo, de los inentendibles rayados neoyorquinos, aparece en Francia el artista Blek Le Rat para intervenir las calles parisinas en la década del ‘80, con imágenes a escala humana y de figuras populares, ocupando los conceptos utilizados por Andy Warhol en los años ’50-’60; y siendo mentor de artistas como el reconocido Banksy. Estas técnicas, más el avance tecnológico -pasar de los brochazos al envase en aerosol- darían un vuelco a la utilización de esta expresión callejera.
Antes de este contexto histórico, en Inglaterra aparece la relación entre el rock y la pintura callejera, como un subgénero secundario si se quiere: en 1967, un rayado irrumpe en una estación del metro subterráneo de Islington, Londres. El texto que se podía leer era: "Clapton Is God"8, y fue pintado por un admirador, que luego de ver una presentación de la banda The Yardbirds, decidió manifestar su opinión e "inmortalizarla" con un rayado urbano. Luego, la consigna se volvería tan popular que comenzó a replicarse en varias murallas de la capital británica.
Ya en los ’70, el movimiento punk encontraría en el grafiti y en el stencil un soporte perfecto para su actividad callejera, y así, levantar iconos y figuras subversivas, como también mensajes contrahegemónicos. Más adelante, y en menor medida, la cultura indie también adoptaría la técnica para la difusión de esta tendencia.
Ya en los ’70, el movimiento punk encontraría en el grafiti y en el stencil un soporte perfecto para su actividad callejera, y así, levantar iconos y figuras subversivas, como también mensajes contrahegemónicos. Más adelante, y en menor medida, la cultura indie también adoptaría la técnica para la difusión de esta tendencia.
Estas huellas que se van escribiendo sobre la piel de la ciudad van quedando descubiertas en los horarios más inciertos, donde la ley fiscalizadora y normalizadora deja de mirar a las paredes como lugares privados y éstas mismas pasan a ser lugares públicamente sensibles, por poner un ejemplo, ya que hoy por hoy la pintura callejera es parte de nuestra cotidianidad.
En Chile, las manifestaciones del grafiti rockero se concibieron a mediados de los ‘80, cuando el nuevo movimiento musical, ya menos reprimido y censurado por la dictadura, comenzaba a generar fuerza y resistencia desde las periferias de la ciudad. Esta trinchera tenía como generalísimos a unos incendiarios sanmiguelinos: Los Prisioneros, y detrás de ellos, toda una generación de músicos que empezaron, de a poco, a manifestar el descontento y denunciar la brutalidad y horror del gobierno de Pinochet. Los Prisioneros pregonaban: “de las entrañas de nuestras ciudades surge la piel que vestirá al mundo”9. Y tenían razón. Lentamente se comienza a formar una especie de escuela clandestina que aspira a ser la canción protesta del proceso histórico que se estaba gestando y la banda sonora del período que se avecina.
Por otra parte, el rock "de afuera" empezará a penetrar con todo y a todo el país desde los ’90. Se escuchará masivamente mucho rock anglo, que dejará sus huellas de manera indeleble en nuestra cultura. El espíritu contestatario y trasgresor que caracterizó al desarrollo del rock iniciada la democracia, su carácter popular, la notable influencia sobre el público juvenil, el origen callejero de algunas bandas y, en oposición a ello, la concentración de las compañías discográficas, su monopolio de la promoción y cadena de distribución; se combinaron para hacer del rayado callejero el medio más idóneo para publicitar tanto a los grupos de rock en formación, como a los nuevos ídolos foráneos. De esta forma, las paredes de la ciudad se transformaron en espacios de prensa libre, en dibujos donde se describen, muestran y simbolizan a nuestras bandas favoritas: Fiskales Ad-Hok, La Renga, Rolling Stones, La Rabona Funk, Víctor Jara, Ramones, Nirvana, John Lennon… todo vale para hacer (re)conocer que hay seguidores del rock.
En Chile, las manifestaciones del grafiti rockero se concibieron a mediados de los ‘80, cuando el nuevo movimiento musical, ya menos reprimido y censurado por la dictadura, comenzaba a generar fuerza y resistencia desde las periferias de la ciudad. Esta trinchera tenía como generalísimos a unos incendiarios sanmiguelinos: Los Prisioneros, y detrás de ellos, toda una generación de músicos que empezaron, de a poco, a manifestar el descontento y denunciar la brutalidad y horror del gobierno de Pinochet. Los Prisioneros pregonaban: “de las entrañas de nuestras ciudades surge la piel que vestirá al mundo”9. Y tenían razón. Lentamente se comienza a formar una especie de escuela clandestina que aspira a ser la canción protesta del proceso histórico que se estaba gestando y la banda sonora del período que se avecina.
Mural de Los Prisionero en el Museo de Arte Callejero, San Miguel Realizado por Nodo Arte Público y Mono González |
Por otra parte, el rock "de afuera" empezará a penetrar con todo y a todo el país desde los ’90. Se escuchará masivamente mucho rock anglo, que dejará sus huellas de manera indeleble en nuestra cultura. El espíritu contestatario y trasgresor que caracterizó al desarrollo del rock iniciada la democracia, su carácter popular, la notable influencia sobre el público juvenil, el origen callejero de algunas bandas y, en oposición a ello, la concentración de las compañías discográficas, su monopolio de la promoción y cadena de distribución; se combinaron para hacer del rayado callejero el medio más idóneo para publicitar tanto a los grupos de rock en formación, como a los nuevos ídolos foráneos. De esta forma, las paredes de la ciudad se transformaron en espacios de prensa libre, en dibujos donde se describen, muestran y simbolizan a nuestras bandas favoritas: Fiskales Ad-Hok, La Renga, Rolling Stones, La Rabona Funk, Víctor Jara, Ramones, Nirvana, John Lennon… todo vale para hacer (re)conocer que hay seguidores del rock.
“Bello barrio con b larga y a corta, en que el proyecto cultural
no ha sido culeado, ni tampoco nos borraron los murales
que anuncian la venida del afamado grupo chicano de rock Los Lobos”
Mauricio Redolés – Bello Barrio
no ha sido culeado, ni tampoco nos borraron los murales
que anuncian la venida del afamado grupo chicano de rock Los Lobos”
Mauricio Redolés – Bello Barrio
La pintura callejera, como manifestación gráfica del rock, es justamente la clara muestra de las prácticas de la subcultura y una excelente aplicación popular de la máxima del teórico de la comunicación de los ’70 Marshall McLuhan: "el medio es el mensaje"10. Por un lado, marcan las diferencias entre grupos y estilos, y por otro, hay que leer estas intervenciones urbanas como marcas de resistencia al poder hegemónico. Estos símbolos no reconocen en forma directa las filiaciones políticas (aunque se reconoce el histórico carácter político del muralismo chileno) porque se trata de una práctica que, si bien logra saltar el cerco de la indiferencia urbana, por lo general, tiende a ocupar el espacio de la incomodidad, y sin duda, ejerce un grado de violencia contra la propiedad privada y no es improbable que algunos se sientan violentados en caso de que sea su propiedad, y entramos a otra discusión, si esto es arte o vandalismo. Si bien es cierto hay mucha obscenidad y mal gusto en las paredes en varios casos, por otro lado, hay gente atinada que los hace, quizás, porque no tiene otros medios para poder intentar hacer algo bueno por el mundo tan desastroso como está. Y el rock se transforma en esa fuerza que mezcla estética, arte y mensaje contestatario.
Entonces, si no hay plata para publicar revistas, si no hay forma de entrar a las pantallas, si no pasa nada y sigue ese eterno blanqueo que es más bien un gris corrupto cómplice del silencio, si no hay cómo, entonces el plan se reduce al uso de una lata de espray para rayar las murallas de la ciudad.
Interpretación de 'De La Cama Al Living' y portada de Clics Modernos de Charly García. Mural de Mc Pyo en Barrio San Nicolás, Buenos Aires |
“Me voy corriendo a ver qué escriben
en la pared la tribu de mi calle”
Patricio Rey & Los Redonditos De Ricota - Vencedores Vencidos
en la pared la tribu de mi calle”
Patricio Rey & Los Redonditos De Ricota - Vencedores Vencidos
(*) Artículo publicado originalmente el 15.09.2010
1 Se hace alusión a la canción de Rage Against The Machine y al disco de Radiohead, respectivamente, conceptualizando los términos de acción insurgente y orden establecido.↩
2 Jordi Borja, "Ciudadanía y espacio público". Revista Ambiente y Desarrollo, 1998↩
3 Patricio Rodríguez-Plaza, "Estética, política y vida cotidiana: El caso de la pintura callejera chilena". Revista Bifurcaciones, 2005.↩
4 Edwin Campos, Santiago Stencil. 2006↩
5 Mario Margullis, La juventud es más que una palabra, 2008↩
6 Edgardo Gutiérrez, Sobre los graffitis y las intervenciones urbanas del rock, 2006.↩
7 Ocupando las técnicas del tag, throw-up y piece que se dieron a conocer en la época ’71 al ’75, principalmente en los barrios marginales de EE.UU.↩
8 La frase hace referencia al excelso guitarrista Eric Clapton.↩
9 Frase de la canción 'La Voz De Los 80' (1984)↩
10 Marshall McLuhan & Quentin Fiore. El medio es el mensaje: un inventario de efectos. 1967↩