El holandés Anton Corbijn inició su carrera de fotógrafo en un concierto el año 1972, y a partir de ahí, su vinculación entre su cámara y el rock se hizo permanente y decisiva.
Después de un tiempo de cubrir algunos conciertos, comenzaron a llegarle ofertas de trabajo cada vez más seductoras, por lo que en 1979 se fue a vivir a Londres, donde tuvo la oportunidad de trabajar con Public Image Ltd. (banda de John Lydon, posterior a la disolución de Sex Pistols), Magazine, y especialmente con Joy Division, nexo a través del cual genera una amistad con su vocalista Ian Curtis (que el 2007 lo llevó a dirigir Control, el biopic de Curtis).
Durante sus años en Londres, trabaja para Vogue y la Rolling Stone, adquiriendo un lugar entre los nombres importantes de la especialidad “rock” en la fotografía.
Si bien es cierto que Corbijn ha adquirido –quizás- más “fama” como director de clásicos videoclips de los últimos 25 años del rock (desde los notables 'Peronal Jesus' y 'Enjoy The Silence' de Depeche Mode, al hereje 'Heart-Shaped Box' de Nirvana, pasando por U2, Danzig, Rollins Band, At The Drive-In, por citar algunos), el objetivo de esta columna es resaltar y rescatar su legado fotográfico, su sello particular orientado a la simpleza visual como plataforma de elegancia y espontaneidad. En ese sentido, el trabajo de Corbijn es un invaluable aporte a la estética que reúne música y fotografía.
La visión de Corbijn sobre las estrellas de rock, o del estrellato mismo, tiene que ver con una comprensión (u observación) de tales conceptos como un fenómeno de raíz psicológica y social, la cual es examinada a través de retratos que explotan la personalidad del artista, como un mecanismo para revelar su dimensión humana, auténtica y profunda, cuyo valor radica en la posibilidad que ofrece una “simple” imagen de desmantelar el mito en torno a un ídolo, o mejor dicho sobre su estilo de vida. (Fuente: FOAM).
Este cuestionamiento sobre la identidad profunda de las estrellas, justifica un aparente “descuido” técnico en sus fotografías, ya que éste es perfectamente consonante con la naturaleza de la búsqueda en que se encuentra, y con la lectura de nuestra cultura contemporánea.
Desde siempre privilegió el blanco y negro -muy contrastados- como transporte hacia la sencillez que busca en sus imágenes, galería que podemos ver en su sitio web www.corbijn.co.uk y donde se distribuyen por galerías, en función del tono dominante de sus instantáneas monocromáticas, organizadas en negro, café y azul, además del apartado con la colección "a color". Visualmente, puede apreciarse una suerte de metalización tonal, por el alto contraste entre las luces altas y las sombras, obtenido por el uso de filtros y un cierto “intimismo” reforzado por el viñeteo (bordes oscurecidos) de sus imágenes.
Un referente en la estética de los años 90
Mientras la fotografía “glam” parecía haberse instalado como un recurso técnico permanente en el retrato de músicos durante la década de los ochenta, Corbijn exacerbó el valor de lo simple, volcando el “tono” de sus fotografías hacia una calidez intimista, en entornos sencillos y/o neutros, de forma tal que se pueda apreciar al artista retratado en su auténtico y personal brillo. Este “estilo” de retrato ganó popularidad en los noventa, años en los cuales el glitter que acompañó la estética de los 80 sería reemplazado por el objetivo contrario en la estética impuesta por el grunge y las bandas alternativas del mainstream, en tanto los retratados se van simplificando en apariencia, así como su respectiva fotografía coincide y refuerza esta idea, pues ya no proviene de sofisticadas producciones técnicas.
Durante esta década de recambio estético, casi todo artista de renombre habría de ser fotografiado por Corbijn. La enorme lista incluye a Depeche Mode, David Bowie, U2, Metallica, Rollins Band, Björk, Morrissey, R.E.M., Tricky, Nirvana, Red Hot Chili Peppers, Tori Amos... artistas tan variopintos como el abanico musical que se ofrecía por aquel entonces. También vale la pena mencionar que varios de ellos recibieron de su mano varios videoclips fundacionales de la cultura pop de los noventa, y otras cuantas portadas de discos, arte de la autoría de Anton que ayudó a la consagracion de cada uno de estos artistas. Sin duda, todas estas son pruebas de su tremenda influencia para la construcción de la estética de la época.
De todos los mencionados anteriormente, la relación más extendida y permanente es con Depeche Mode, quienes son asistidos por Corbijn en fotografía, en parte importante de su catálogo de videoclips, diseño de escenografías, videos de apoyo en vivo y todo lo relacionado con los aspectos visuales de la banda.
La carrera de Corbijn, en todo caso, no se ha detenido en un “estilo” y permanentemente ha ido explorando distintos territorios, al punto que se ha extendido hacia el diseño gráfico, la producción de video clips, y recientemente al cine. La línea común de cualquiera de estas actividades, siempre ha sido su cercana relación con quienes capta a través del lente.
Una nota sobre lo fijo de Corbijn (y su simpleza), es que el tipo confía su trabajo apenas a un par de cámaras y un máximo de tres lentes (60, 80 y 120mm), y su equipo de trabajo lo constituyen un asistente de fotografía y otro personal. La luz, corre por cuenta de lo que encuentre, negándose al uso del estudio y el trípode. El tío muere con las botas puestas.
Galería multimedia de Anton Corbijn
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