Ante un Teatro Nescafé abarrotado de público, la Banda Conmoción ha presentado su dvd en vivo Sonido Esencial. La apuesta de presentarse en ese local llevaba sus riesgos para la realización del evento, pues no es el tipo de local que este grupo suele abarrotar en sus presentaciones en vivo. Sin embargo todo salió a la perfección, las localidades se habían agotado muchos días antes y el teatro presentaba un lleno total repleto de fans de todas las edades, un público transversal que no se hizo problema al llegar a la cita en una fría noche de invierno en la capital.
Después de una breve sinopsis del dvd en la pantalla del escenario precedida por una jovial introducción del director del grupo, Cristián “Hueo” Sanhueza, el concierto comenzó con un crescendo atmosférico que llenó la sala de un sentimiento calórico y de entrega total.
El público duró sentado en sus butacas sólo un tema, al segundo ya estaban todos de pie, saltando y cantando en una perfecta sincronía con la música que le era propuesta desde el escenario. De ahí en más todo fue una fiesta en continua expansión. El sonido y la iluminación estuvieron impecables. La noche anterior había presenciado el concierto del Septeto Matamoros de Cuba en el mismo recinto y pude apreciar que el Teatro Nescafé De Las Artes es una de las pocas salas donde se pueden disfrutar conciertos en directo en medio de un ambiente notoriamente mejorado y con una infraestructura técnica de primera.
Pero la Banda Conmoción llegó rápidamente a una meseta de gozo con el auditorio que ya no decreció ni en entusiasmo ni en empatía. Así se pudo recibir esa música híbrida que es el sonido de Conmoción que se pasea indistintamente por el fluir andino, afroperuano, mariachi, gitano y cumbiambero sin prejuicios pero con una convicción y una sapiencia envidiables.
Remataron la primera parte con una rumba que no suelen tocar en sus presentaciones pero donde intercalaron solos de bronces muy bien dosificados en un ritmo irresistible y con un fiato y una contundencia que pocas veces les había podido ver en vivo. Todos los integrantes del grupo cumplen su función a cabalidad y todos tienen su espacio para lucirse, como hicieron numerosos integrantes de los bronces y la percusión, amén de la platillera Geka González y su partner Pablo Villablanca, verdaderos duendes en escena. Presenciando esta fiesta concierto reflexioné sobre la meritocracia musical chilena de la actualidad. El favor de la prensa se lo llevan los cantautores regalones del mercurialismo como Gepe y cía, lo mismo que pálidas figurines femeninos de pop todavía adolescente como Fran Valenzuela, propuestas todas de una liviandad aburridora pero muy en sintonía con lo que este tinglado periodísticos suele y desea promover.
Conmoción en cambio, apuesta por un desmadre desatado y tórrido y eso es lo impagable que tiene la propuesta de este conjunto. Hace muchos años que nos se veía una propuesta que estando dirigida al cuerpo se articulase tan bien con el contenido nada complaciente de un sentimiento popular libertario y contagiosamente crítico. Me quedó claro que este grupo es uno de los pocos, poquísimos emisores musicales del presente en nuestro país que deberían ser un producto de exportación. Estoy seguro que ningún escenario del exterior les quedaría chico. Como dije, la música de la Banda es híbrida pero destila una chilenidad tremendamente contemporánea, hija de su tiempo y que no se somete a modas vintage o nostálgicas de un pasado que nunca tuvimos. Un crítico podría catalogar la música de los “Conmo” como música del mundo posmoderna y tendría razón, pero a este nivel la etiqueta es lo que menos importa: esa noche en la sala nadie dejó de bailar, de expresarse y de vivir un reconfortante sentimiento de libertad consigo mismo y con los demás. Creo que toda buena música posee ese aspecto liberador y la Banda Conmoción ha logrado aquilatar esa repercusión en su público después de una larga trayectoria que ya suma más de una década. Eso es meritocracia. Creo yo.
Al salir del teatro, tomé la micro en dirección a mi casa, no era todavía la medianoche de sábado y la ciudad lucía encerrada y llena de frío y humedad. Los boliches de la Plaza Ñuñoa estaban semi vacíos, como si la vida estuviera en otra parte, al bajarme del vehículo supuse que después de cuarenta años de mentira, este país todavía está prisionero de sí mismo, por eso esas dos horas de calidez e intensidad que nos ofreció la Banda Conmoción se agradecen tanto.
Lo mejor que se puede decir de la Banda Conmoción es que crean la música que los fascistas-sobre todo los chilenos- jamás podrán gozar.
Y la regalan siempre bailando y con una sonrisa en el rostro.
1 Fabio Salas es uno de los principales especialistas en historia de la música popular chilena. Ha publicado diversos libros como La Primavera Terrestre (2003) y Mira Niñita' (2012). Para más referencias ver el siguiente link.↩
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